Me piden una relación
de gustos propios.
En un primer momento,
me niego, resisto,
no quiero ese juego.
Después, me agrada ceder,
consiento, me desvelo,
y poco a poco,
me permito comenzar.
Me gusta cocinar,
sentir que cada paladar
se derrite de puro gusto,
que cada alimento nutre
cada cuerpo con disfrute vital.
Me fascina aprender,
de esto, de aquello, de lo otro,
de modo disperso,
sin disciplina impuesta desde fuera.
Me ilusiona componer
textos,
en forma de poema,
de relato o de novela.
Me impresiona reciclar
colocar el vidrio en su sitio
y el papel y el cartón en su contenedor.
Me sorprende curar.
Donde veo algo enfermo,
allí me empeño,
renacen recursos discursos
que yo creía ajenos.
Me convierto en total energía
y en el lugar del dolor
quiero depositar pura alegría.
Me gusta ver la realidad
a vista de pájaro,
observar al pobre ser humano,
tan ufano en su tiempo,
como una migaja del espacio,
como una diminuta brizna
temporal de la eternidad.
¿Qué más me gusta?
Me gusta estar aquí,
haciéndome esta pregunta.
Me alegra ver gestos amables
entre personas diferentes,
el esfuerzo de gentes
por intentar comprenderse.
Me interesa la inteligencia lúcida
cuando es generosa y busca el bien.
Me arrastra amar,
y observar el ejercicio
de amar cada día mejor.
Me deslumbra el arte,
como expresión curadora
de los propios errores humanos.
Las obras como medicinas,
creadas para sanarse,
sanan heridas amigas.
Me atrae adivinar la música
en cualquier sonido trivial.
Me convencen mis hijos,
ya tan grandes,
y todos los minutos vividos.
Son mi mejor obra:
Arte y parte de mi inteligencia.
Me complacen mis amigos,
cuando nos encontramos
y en los largos diálogos
se nos abren nuevos caminos.
Me cautiva hacer fotografías,
captar aquello
que reconforta a la mirada.
Me gusta ayudar, dar, regalar,
hacer real la felicidad,
construir la idea del cielo en la tierra.
Es fundamental
que me dejen en paz
para hacer a mi manera
lo que se me ocurra,
necesite o quiera.
Me conquista reflexionar
poner orden mental
en el caos de la vida.
Trabajar a mi aire,
sentir que vuelo,
que no hay barreras
ni jaulas imaginarias
para alcanzar aquello,
que aún no encuentro.
¿Esto es todo, no hay más?
Me gusta recrear mi propia vida.
Apurar cada amor
hasta el último instante,
ese, en el que aún late.
Dudar de cada pensamiento
y buscar nuevas formas de ver,
de comprender, de analizar.
Me gustan los chocolates y las caricias.
los besos y sus delicias hasta el final.
Las risas abiertas,
y buscar el lado bueno
de cualquier realidad.
Siento que estos versos
no deberían colocarse
uno debajo del otro.
Siento que cada uno debería de ir
al lado, cada uno junto al otro.
Continuar mientras viva,
añadir a esta lista
cada gusto nuevo, olvidado o más escondido,
e invitar a los otros a elaborar la suya,
y entonces, construir todos juntos
el mayor poema jamás escrito
con cada línea infinita de palabras.
Ahora sí, versos de versos abiertos de posibilidad;
inaugurar el poema común y creciente sin final,
Cada persona puede añadir aquí su relación de gustos propios para construirlo
ResponderEliminarMe gusta acostarme entre sábanas límpias y sentir su aroma.
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